lunes, 29 de mayo de 2017

La Casa Coll i Regàs en Matáro _ España

La Casa Coll i Regàs es un edificio modernista obra del arquitecto catalán Josep Puig i Cadafalch en el año 1898, es Bien Cultural de Interés Nacional y se encuentra en Mataró _ Barcelona.
Puig i Cadafalch (1867-1956), fue discípulo de Lluís Domènech i Montaner, y se le considera el último representante del modernismo y el primero del novecentismo. Según algunos expertos, su obra puede dividirse en estos tres periodos diferentes.


El primer periodo es modernista. El arquitecto utiliza como modelo la casa de campo de la aristocracia catalana, a la cual añade elementos de inspiración nórdica. A este periodo pertenecen edificios como la Casa Amatller, la Casa Martí y, en especial, la Casa de les Punxes o Casa Terradas. Todos estas obras fueron realizadas entre 1895 y 1905.


El segundo periodo se puede definir como de idealismo racional, una tendencia arquitectónica basada en los gustos de la nueva alta burguesía. Los edificios son diseñados con criterio más racional y práctico. Son representativas de este periodo la Casa Trinxet, la Casa Muntades y la Casa Company.


El tercer periodo es monumentalista, y se desarrolla paralelamente a la preparación y la celebración de la Exposición Internacional de Barcelona (1929), de la que Puig fue el arquitecto principal. En esta etapa creativa los edificios están inspirados en la arquitectura romana, que no obstante se combina con elementos típicos de Valencia y Andalucía. Las paredes son amarillas, y se utilizan numerosas columnas como elementos estructurales. De todo ello resulta un atractivo estilo neobarroco.


La Casa Coll i Regàs fue un encargo del empresario textil de Mataró Joaquim Coll i Regàs al que era su primo. El edificio se realiza en el marco de un gran florecimiento de la corriente modernista en toda Europa y en concreto, en Cataluña. Puig i Cadafalch es uno de los grandes nombres del momento.


Lo primero que destaca es la fachada del edificio, donde la piedra, el hierro forjado, y los azulejos son los protagonistas casi absolutos. Lo que más llama la atención es el precioso balcón de piedra a modo de tribuna, decorado con 4 preciosas columnas helicoidales y culminado con una bonita decoración a base de azulejos.



La portada, de situación asimétrica a la izquierda de la fachada, queda culminada por un precioso y delicado conjunto escultórico, obra de Eusebi Arnau, conocido como la Filosa. Se trata de una chica hilando la lana, que evoca el oficio del dueño, empresario textil.


En cambio, es el cuidadoso trabajo con hierro forjado lo que dominan las dos ventanas de la plata baja, tanto la que queda en situación centrada, más grande, como la que queda a la derecha, más pequeña. El trabajo de la piedra es sin embrago, evidente y excelente, tanto en estos grandes ventanales como en los que hay en el primer piso, a ambos lados del balcón y que le dan un cierto aire neogótico, nada inhabitual en el modernismo catalán de finales del siglo XIX. 


No hay que perderse las ménsulas de la fachada, donde la escultura de varios insectos y animales es un elemento realmente curioso y simpático. En el segundo piso de la fachada, en cambio, encontramos una galería con tres ventanas menos decoradas, a ambos lados del eje central. La fachada queda culminada por una estructura en triángulo a modo de cornisa que, igual que en la casa Amatller de Barcelona, ​​estaría inspirada en los edificios del norte de Europa.

La fachada de la Casa Coll i Regàs, más allá de este precioso trabajo en piedra, hierro forjado y ladrillo, está decorada con el clásico esgrafiado modernista.


La Casa Coll i Regàs tiene igualmente un interior bien lujoso, en particular en la planta baja, que es la que se puede visitar y que era la que recibía las visitas en tiempos en que la familia de Joaquim Coll i Regàs en ella residía.

La planta baja queda ligeramente elevada respecto al nivel de la calle, lo que ayudaba en la ventilación de la casa. La disposición interior hace pensar que la casa sea más grande de lo que realmente es, pues se trata de una vivienda de doble cuerpo, es decir, de únicamente unos once metros de anchura.


Las baldosas, tanto del suelo, como las que hay en las paredes de las diversas estancias, fueron especialmente diseñadas para la ocasión y evocan el mundo textil así como las iniciales del propietario, Joaquim Coll i Regàs. De este modo, la JCR se va repitiendo a lo largo del recorrido por las diversas cámaras, que suelen estar separadas por grandes puertas de madera decoradas con enormes vitrales. Estas puertas están metidas en arcadas escalonadas que suelen separar las diversas estancias.


Por encima de estas columnas, y escrito en letras góticas sobre azulejos, encontramos una declaración de principios en forma de cita: “en la casa en la que se trabaja, no falta nunca el grano y la paja”.

A pesar de disfrutar de un muy buen estado de conservación, el paso del tiempo y la falta de mantenimiento propiciaron necesidades de actuación. Desde el año 2016, se han realizado diversas intervenciones con el objetivo de recuperar el esplendor del edificio original y por ello se han tratado patologías existentes tanto en la fachada como en la cubierta del edificio.

Así pues, se ha podido restituir el motivo ornamental original de los esgrafiados, gracias a la plantilla que se conserva y, de hecho, se ha podido reproducir muy fielmente mediante técnicas artesanales. Asimismo, el proceso de restauración ha incidido en los estucados de las paredes interiores de la fachada.








 Bibliografía : http://milviatges.com

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