jueves, 27 de abril de 2017

"Cristo en el Mar de Galilea", obra de Eugene Delacroix

"Cristo en el Mar de Galilea", obra de Eugene Delacroix, fue realizado en el año 1854 y con unas dimensiones de 59.8 × 73.3 cm. Se encuentra en el Walters Art Museum,  Baltimore, Maryland _ Estados Unidos.


El tema de las fuerzas de la naturaleza es uno de los preferidos en el Romanticismo. Los hombres se ven perdidos en medio de la inmensidad del universo y no saben cómo salvarse en medio de una tempestad, se sienten ínfimos ante el mar y cielo colosales. Delacroix se sirve como pretexto de la parábola evangélica que narra cómo Cristo amansa las aguas tempestuosas calmando así los ánimos de los apóstoles.


Hay unos pocos artistas y escritores en la historia occidental cuya referencia constante y legado en las generaciones posteriores lejos de agotar su caudal, más bien su torrente en lo que se refiere a la capacidad de transmitir o contagiar fuentes de inspiración, lo han fortalecido y multiplicado de manera incesante. Se nos ocurren solo unos nombres: Shakespeare, Goethe o Picasso... En este Olimpo muchas veces está también Eugène Delacroix (1798-1863). Por su técnica pictórica pero también por su temperamento, su genio y por su «Diario» publicado en tres volúmenes, entre 1893 y 1895.


Delacroix es un gran teórico de la pintura. Dominándola hasta parecer que todo lo que salía de su paleta lo hacía no del trabajo incesante: pintaba 12 horas al día, su pincel corría por los lienzos mientras uno de sus amigos le leía «El Infierno» de Dante. Eran pruebas y errores, estudios y centenares de bocetos, llegó a hacer hasta seis versiones de «Cristo en el mar de Galilea». Él quería que su pintura pareciera solo surgir de la rabia y la locura, de la búsqueda y la pasión. De la soltura del genio.


Por encima de cualquier otra característica destaca la emoción, la fuerza o la audacia (como queramos calificarla) que ponía en sus obras. Para él, como buen romántico, la pintura era la mejor manera de reafirmar su individualidad y su sentimiento apasionado.


Todas sus obras están tocadas de un intenso dramatismo. Sus personajes se muestran agitados y en pleno movimiento. A menudo, como esta vez, están viviendo una tragedia. De sus obras emana mucha sensualidad.

Cristo en la tormenta de Galilea. 1596. Pieter Bruegel el Joven.

El artista se implica en los hechos históricos que le toca vivir. En este caso no hay una referencia directa a esta característica, sin embargo. En 1858, ya al final de su vida, Delacroix alquila una nueva casa en el barrio de Saint-Germain-des-Prés para estar cerca de la Iglesia de San Sulpicio donde pinta su descomunal «Jacob y el ángel». Allí, en el número 6 de la Plaza Fürstenberg, invierte toda su ilusión en la decoración de la fachada de su estudio que diseña con una enorme cristalera bordeada con moldes de bajorrelieves clásicos que encarga en el Louvre.

La tormenta en el mar de Galilea. 1633. Rembrandt

Como curiosidad esta obra fue robada en la madrugada del 18 de marzo de 1990. Los ladrones se disfrazaron de policías y robaron el cuadro y otras 12 obras de arte, en el que es considerado el mayor robo de obras de arte sin resolver de la historia. Hay una recompensa de cinco millones de dólares para quien pueda dar datos fidedignos sobre el paradero de estas obras. 




















lunes, 24 de abril de 2017

Iglesia de Sta. María Salomé en Santiago de Compostela

Según la Biblia Salomé fue una de las mujeres que se encontraban al pie de la Cruz cuando Cristo fue crucificado, y posiblemente madre de los Apóstoles Santiago el Mayor y su hermano Juan.

La Iglesia de Santa María Salomé se encuentra en la Rua Nova de Santiago de Compostela, muy próxima a la Catedral _ España


El templo fue construido bajo mecenazgo de Gelmírez y fue fundada por el chantre Pelayo Abad en 1140. Su portada es románica de triple arquivolta sobre columnas de capiteles, bellamente decorados. Se guarece por un pórtico asoportolado levantado en el siglo XVI. A ambos lados aparecen las imágenes de la Anunciación, María y el ángel Gabriel, del siglo XV.


La iglesia es de planta cuadrada con pequeños brazos que parten de los cuatro arcos de medio punto que se encuentran apoyados sobre sus correspondientes pilastras estriadas. La cúpula es de forma de media naranja, y decorada con escudos.

Ya en el Siglo XVIII se levanta el campanario actual tomando como re ferencia el existente en el Monasterio de San Fiz de Solovio.



El pórtico de la entrada, del Siglo XVI, todavía conserva restos del original románico y en la puerta de acceso se contempla la representación de la Virgen embarazada, ubicada en la fachada de la iglesia de Santa María Salomé. Esta escultura está ubicada a la izquierda de la puerta de la entrada del templo, pero a pesar de su singularidad, suele pasar desapercibida a los transeúntes, ya que una de las columnas del pórtico que le da cobijo oculta parcialmente su visión desde el centro de la rúa.


A lo largo y ancho del casco histórico se pueden encontrar muy diferentes representaciones de la Virgen, en forma de tallas de madera y esculturas pétreas, pero esta imagen destaca entre ellas por lo singular del tema que representa, así como por la sencillez con la que está tratado, con esa mano colocada delicadamente sobre el vientre. A ambos lados también aparecen las imágenes de la Anunciación, María y el ángel Gabriel, del Siglo XV.


Contigua al presbiterio se conserva la capilla renacentista en honor de Nuestra Señora y San José cubierta con una bóveda nervada, del S.XVI. En ella se aprecia un retablo dedicado a San Julián.


Esta es la única iglesia erigida en honor a la madre de Santiago Apóstol existente en toda España. Durante el barroco se acomete una amplia remodelación de la planta y alzado.
Como curiosidad, en esta iglesia murió el 24 de Junio de 1862, Doña María Teresa da Cruz de Castro e Abadía,  madre soltera de nuestra escritora mas Universal: Rosalía de Castro. 


Las crónicas y documentaciones existentes indican que falleció de modo repentino, a causa de una dolencia del corazón, y sin asistencia espiritual.
Y termino con otro dato curioso, en el retablo de una de las capillas que hay entrando al lado izquierdo aparecen, junto con otras caras de nariz aguileña y rasgos aztecas, sendos rostros de ángel con gafas talladas en la madera.













jueves, 20 de abril de 2017

"Francisca Aparicio y Mérida", obra de Francisco Masriera y Manovens

"Francisca Aparicio y Mérida", marquesa de Vistabella, obra de Francisco Masriera y Manovens, fue realizada en el año 1892. y con unas dimensiones de 251 x 151 cm. Se encuentra en el Museo del Prado en Madrid _ España.


Representada de cuerpo entero, ataviada con un espléndido traje de soirée, apropiado, según la moda francesa, para asistir a conciertos o a bailes de salón. Quizás el posado ligeramente en movimiento, con un pie adelantado, y la prenda de abrigo echada, sugiera el momento de la partida hacia un hipotético esparcimiento.



Sobre el vestido de brocado y perlas, un sobrecuerpo de raso enmarca un talle encorsetado del que pende una larga cola que recoge y luce a su derecha. Un elegante echarpe, ribeteado de piel y forrado en seda rosa, cubre parcialmente su espalda y el hombro izquierdo, enmarcando parte del amplio escote de la dama, que queda adornado con gasas y un ramillete de lilas, quizás arrancado del centro floral que a la izquierda equilibra el encuadre, en un socorrido recurso compositivo de reminiscencias románticas.




El posado se sitúa en un interior en el que adquiere gran protagonismo el tapiz floreado con orla ancha del fondo, de colorido intenso que contrasta en exceso con la gama apastelada de toda la figura. La precisión dibujística, la pincelada ágil y suelta, la brillantez cromática, los matices cambiantes de las texturas de los paños y el destacado equilibrio compositivo van marcando las señas de identidad del pintor que se distinguió por ser uno de los grandes retratistas de la alta sociedad de finales de siglo, a quien sabía agradar en sus retratos con una dosis muy contenida de sobriedad en el rostro y otra muy profusa de ambientación y ornato que ponía en evidencia el estatus social de los representados, recursos todos ellos aprendidos en su periplo formativo en París y en el contacto con los pintores españoles y extranjeros que allí se encontraban como Raimundo de Madrazo, Meissonier, Miralles, Palmaroli, Jiménez Aranda, Zamacois o Egusquiza, entre otros.


Francisca Aparicio nació en el seno de una familia adinerada de Quetzaltenando _ Guatemala, en la década de 1860, y muy joven se casó con el general Rufino Barrios, un caudillo denominado El panterista de triste recuerdo por su tiranía para los guatemaltecos que lucharon con él en 1885 al frente del Ejército de la Unión Centroamericana en el intento de adhesión de Honduras y El Salvador.

 La crónica negra del momento proporcionó detalles escabrosos sobre la conjura que acabó con el magnicidio del general y el envío de su corazón, en un envase de vidrio, a su viuda, quien en su huida hacia el exilio en Estados Unidos no dudó en arrojarlo por la borda del navío a las aguas del Pacífico. Posteriormente, en segundas nupcias, casó en Nueva York, hacia 1888, con el diplomático español José Martínez de Roda, que fue senador del Reino y maestrante de Ronda y a quien le fue otorgado en 1898 el título del marquesado de Vistabella.

Retrato de Francesc Masriera, ejecutado por Ramón Casas
. Museu Nacional d'Art de Catalunya


Pintor, escritor y orfebre español que cultivó el género del retrato y la pintura orientalista, considerado como uno de los mejores retratistas que siguieron la estela de Fortuny. 
Sus cuadros se caracterizan por la perfección del dibujo, la cuidada composición y un colorido lleno de fuerza y luminosidad, que se manifiesta sobre todo en los tornasolados de las telas. 

Practicó un preciosismo lleno de fantasía y decorativismo en el que la frescura de color recuerda a la pintura galante de Fragonard o Watteau. En sus estudios, composiciones y retratos se centró preferentemente en las figuras femeninas, representadas en ambientes suntuosamente ornamentados y ataviadas con ricos vestidos, tocados y joyas «a la oriental».










lunes, 17 de abril de 2017

La Biblioteca Piccolomini en Siena _ Italia

Siena es una de las ciudades mas bellas de Italia y en su interior guarda multitud de tesoros artísticos extraordinarios. Pero dentro de su catedral, guarda una de las grandes joyas de Italia, en el lado del evangelio, a la izquierda de la nave se encuentra una de las maravillas pictóricas del renacimiento. Una obra excepcional que contiene todo el conocimiento manierista de su tiempo, es la Biblioteca Piccolomini.



Fue encargada en 1492 por el Cardenal Francesco Piccolomini, futuro papa Pío III y sobrino del papa Pío II, Eneas Silvio Picolomini, para albergar la colección bibliográfica recopilada por la familia, principalmente por su tío y con la idea de exaltar la vida y obra de este insigne personaje, uno de los mas grandes hombres del renacimiento y completos, mecenas, humanista, diplomático, escritor, poeta. Imposible de contar en pocas líneas la labor diplomática en el Concilio de Constanza o su obra literaria poética y científica o su labor como gran mecenas protector de las artes y patrocinador de grandes obras.


Las pinturas fueron realizadas al fresco entre 1952 y 1957 por el pintor de la Umbria Pinturicchio, ya en su madurez, considerado como uno de los más grandes pintores de su tiempo con “sabiduría, arte y encanto”. Fue discípulo del Perugino como Rafael. El conjunto pictórico es un claro reflejo del gusto estilístico del momento, con esa ambigüedad narrativa que supone el renacimiento manierista, “a la maniera de los divinos antiguos”.


En el techo se representan las Virtudes junto con escenas paganas, intercaladas con candelieris y grutescos de mascarones, elementos vegetales y antropomorfos, híbridos y amorcillos, todos ellos inspirados en las recién descubiertas pinturas romanas imperiales de la Domus Áurea de Nerón y de la Casa de Livia en el Palatino, que fueron la fuente de inspiración para los artistas de su tiempo como Rafael o Juliano Romano.


En los muros se representa “la biografía pintada” de Pío II, desarrolladaen diez escenas situadas en una hilera de arcadas que se abren con amplitud hacia al horizonte, creando la sensación de un pórtico al aire libre.

Están enmarcadas con candelieris, y pintadas con arquitectura en trampantojo consiguiendo una gran profundidad visual. El dibujo es de una calidad extraordinaria, minucioso y cargado de detalles, de colores brillantes inalterados debido a la buena calidad de la preparación del fresco, con composiciones arquitectónicas simétricas de fondo y paisajes de inspiración toscana. 


En el interior se mueven multitud de figuras perfectamente colocadas, con sus ropajes adecuados, situados en su papel, el príncipe, el caballero, el burgués o el mendigo, entre ellas siempre se resalta la figura de Pío II. En el centro de la biblioteca se encuentra el conjunto escultórico de las Tres Gracias, copia romana de un original griego y en la parte baja, dentro de vitrinas, se exponen libros de Cantos Gregorianos, iluminados con miniaturas realizadas por artistas del siglo XV.


El resultado es una composición elegante, llena de formas y color con una gran animación escénica, donde se fusionan arquitectura y pintura, el nuevo gusto por la perspectiva con los motivos a la maniera antigua, la antigüedad clásica con la modernidad de su tiempo y el humanismo con la exaltación de la fama, todo ello en una armonía perfecta.


Los diseños aún continúan en el techo, donde los principales rectángulos y la mitad de las voltas están pintadas de azul, rojo y oro con diseños grotescos. La biblioteca hoy en día es más sobre el espacio que sobre la colección de manuscritos en realidad nunca fue realizada alli.

Unos hermosos volúmenes están en exhibición, pero las verdaderas estrellas del espectáculo son los frescos de Pinturicchio y su taller - el jovén Raffaello Sanzio entre ellos.


La composición fue proyectada por Rafael alrededor de 1502 y 1503 (Nueva York, Pierpont Morgan Library), y que será posteriormente, reinterpretado en sus Desposorios de la Virgen de 1504. 

































jueves, 6 de abril de 2017


La Madonna Sixtina obra de Rafael Sanzio, aproximadamente entre 1513 y 1514, y con unas dimensiones de 265 cm × 196 cm. Se conserva en la Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos de Dresde _ Alemania.


Considerado como un pintor del renacimiento clásico, Rafael personifica la breve y fascinante etapa de la llamada ” Ola del renacimiento”, cuando se logró un equilibrio entre la aplicación de las reglas de la perspectiva, la naturaleza, y una intensa expresión.


Rafael estaba en Florencia en un momento de gran creatividad, y él fue capaz de estudiar las obras de Giotto, Masaccio y Miguel Ángel. Se convirtió en el artista favorito del papa Julio II, que primero le llamó a Roma en 1508 para decorar los apartamentos papales. El proyecto lo inspiró para producir las obras de este genio, y los siguientes encargos del papado. Su estilo maduro estableció un estándar de perfección para el arte europeo hasta el final del siglo XIX,  luego se convirtió en un ejemplo para todos los artistas que aspiraban a desarrollar un estilo clásico.


Esta obra de casi 9 pies de alto fue encargada por el Papa Julio II en honor a su difunto tío, el papa Sixto IV, como un retablo para la iglesia de la basílica del Monasterio benedictino de San Sisto en Piacenza, con la que la familia Rovere tenía una extensa relación. La Comisión requería que la pintura representara dos Santos Sixto y Barbara.


La tela de una simplicidad exquisita presenta en el centro a una virgen María joven que desciende hacia el mundo terrenal con el niño Jesús en brazos. El cielo está representado por una nube de cabezas de querubines difíciles de distinguir al primer momento. La tierra está representada en los pies descalzos de la Virgen y en el parapeto en el que se apoyan los dos angelitos y que separa el espacio divino del terrenal donde se encuentra el espectador.

El lienzo de la Virgen, el Niño Jesús, San Sixto y Santa Bárbara se caracteriza por el espacio imaginario creado por las propias figuras, que están de pie sobre una cama de nubes, circundadas por un gran telón abierto de color verde que separa lo terrenal de lo sagrado.


Lo curioso de esta obra, es la presencia de seis dedos en la mano de San Sixto, en la obra “La Madonna Sixtina” (Sixto en latín significa sexto o seis. San Sixto fue el Santo Patrón de la familia Della Rovere).
Los críticos de arte interpretaron durante años, estos dedos adicionales como un error artístico. Sin embargo, en el siglo XVI las personas con seis dedos en sus manos o pies, según la tradición, poseían capacidades especiales en la interpretación de sueños proféticos, algo así como un sexto sentido.


A su vez y esto es más llamativo, seis dedos en una mano izquierda, era también considerado un signo del diablo. Algunos historiadores atribuyen a Ana Bolena polidactilia, es decir la presencia de un sexto dedo. Las deformidades físicas solían ser interpretadas como un signo del mal, es difícil creer que Ana Bolena atrajera al rey Enrique, si realmente hubiera tenido alguna deformidad.


Los ángeles tienen la función de separar los espacios, dar una sensación de perspectiva y quizá restar un poco de dramatismo a la situación por medio de un recurso de alguna manera divertido.

La paleta de colores usada es de tonos fríos con unos detalles de rosado y dorado. La estructura es como de un rombo con el vértice superior en la cabeza de la figura principal, los laterales en los santos y el inferior en los ángeles.

El cuadro se inscribe plenamente en los cánones del renacimiento y reitera lo que dice Gombrich sobre el artista: su maestría para crear imágenes de extrema dulzura, gran sencillez pero profundamente estudiadas y llenas de vida además de ser parte de un equilibrio perfecto donde nada es demasiado y cualquier cosa de menos se sentiría.





lunes, 3 de abril de 2017

La Villa Melzi en Bellagio

No importa de qué forma se llegue a Bellagio en Lago Como _ Italia,  por carretera desde Milán o en barco cruzando el lago desde Lecco o desde la ciudad de Como, a medida que uno se acerca va siendo cada vez más consciente de la irrepetible escenografía del lago de Como, de sus dimensiones reales y de su luz blanca al mediodía y rosa-tiépolo al atardecer. Sea como sea se llega desde el lago o mirando al lago y se aprende de inmediato que el centro de gravedad es precisamente el de la suma elemental que componen el agua, la luz y la cordillera alpina.



La panorámica no puede ser más impresionante. A la espalda, los brazos sureste y suroeste del lago (Bellagio significa literalmente eso, bi-lacus: dos lagos). Al frente, el brazo norte en toda su extensión y la vista punteada de los pueblos de Varenna, Cadenabbia, Menaggio y como telón de fondo la cordillera alpina cuya vista alcanza más allá de la frontera con Suiza.


Villa Melzi en Vaprio d'Adda, fue el hogar de Francesco Melzi y residencia ocasional de Leonardo da Vinci. Giovanni Melzi, conde palatino, compró el terreno, junto con una gran finca y se construyó en 1482 una residencia noble, dándole una configuración más política y estratégica.


La Villa Melzi fue el hogar de Leonardo da Vinci, entre los años 1511 y 1513. En este lugar lleva a cabo los dibujos que ahora se conservan en la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Actualmente, en la villa se conserva una máquina de Leonardo da Vinci que dejó a Francisco Melizi, alumno del maestro, quien fue un artista de gran talento que trabajó como secretario y ayudante de Leonardo, quien en sus últimos años no podía usar sus manos.




La villa en los siglos XVII y XVIII, alcanzó su forma que todavía hoy en día se mantiene, un clasicismo austero con referencias a la arquitectura romana, con fachadas de piedra de sillar, absorbido entre el angular y la luz y la sombra.



En la villa pasaron personalidades importantes, como por ejemplo Margarita de Austria, prometida del rey Felipe III de España en el año 1598. En 1708 Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, también visitó dicha villa con el emperador Carlos VI de Habsburgo. Por último, en 1716 fue recibido el gobernador de Lombardía Karl Lowenstein. 



La página de estudios anatómicos lleva la fecha de 9 de enero de 1513 y también contiene estudios arquitectónicos de la Villa Melzi en Vaprio d'Adda, donde Leonardo permaneció en 1513. La finca perteneció a la familia del estudiante de Leonardo Francesco Melzi. La nota «Habitación en la torre de Vaprio» y el plano del trazado de la fortaleza de Trezzo demuestran que se quedó en Vaprio, al igual que un grupo de dibujos de paisajes fluviales de Windsor, que representan tramos del río Adda que aún actualmente pueden ser identificados.





La villa, de un bello estilo neoclásico, fue remodelada en el año 1810 por el Duque de Lodi. Para ello contó con la inestimable ayuda del arquitecto y decorador Giocondo Albertolli, quien realizó además la mayor parte del mobiliario y decoraciones con la que cuenta. 


Pero también intervinieron en sus creaciones importantes artistas de la época, entre los pintores destacamos a Andrea Appiani y Giuseppe Bossi. También famosos escultores del momento como Antonio Canova, Giambattista Comolli, Pompeo Marchesi, así como el escultor de bronce Luigi Manfredini.


El jardín es de estilo inglés y fue diseñado por Luigi Canonica y por el botánico Luigi Villoresi. Uno de sus elementos más llamativos es el conjunto de esculturas que se distribuyen por todo su recorrido.

Los Jardines de Villa Melzi son toda una belleza excepcional. Su genial diseño que consigue una armonía total con la naturaleza es uno de los responsables de ello. El edificio de la villa es actualmente un Museo Histórico y está declarado como Monumento Nacional.


El kiosco morisco es un edificio de colores, blanco y azul, que se utilizaba para tomar té y otros refrigerios. Destaca por sus bustos de los emperadores de Austria, Fernando I y Marianne de Saboya, además de los del duque Ludovico Melzi y su consorte Josephine Melzi Barbo. Delante se sitúan las esculturas de Dante y Beatriz, realizadas por el escultor Giovanni Battista Comolli.