jueves, 19 de enero de 2017

Margarita de Angulema, obra de Jean Cloue.

Margarita de Angulema, obra de Jean Clouet,  del año 1527 y con unas dimensiones de 96 x 74 cm.  Se encuentra en la Galería de arte de Walker en Liverpool _ Inglaterra.

Jean Clouet (1480 - 1541) fue un miniaturista y pintor que desarrolló su labor en Francia durante el Renacimiento, hijo de un pintor del mismo nombre que trabajó en Francia durante la década 1475-1485. Su principal actividad se desarrolló en Francia, trabajando para Luis XII y Francisco I, que en 1523 lo nombró pintor de corte, cargo que a su muerte fue heredado por su hijo François. Ambos se especializaron en el género de los retratos. Uno de los más famosos es el Retrato ecuestre de Francisco I que se exhibe en la Galería degli Uffizi, y otro, muy famoso, es el de Diana de Poitiers (amante oficial de Enrique II), con el torso desnudo.


Margarita de Angulema, llamada también Margarita de Francia, (1492 -1549), fue una princesa de la primera rama de Orleans de la dinastía de los capetos, escritora y humanista. Fue una mujer muy avanzada en su tiempo.


Apreciada por su carácter abierto, su cultura y por haber hecho de su corte un brillante centro del humanismo, acogió con agrado los inicios de la Reforma difundiendo el evangelismo y el platonismo. Como escritora su obra más conocida es el Heptamerón siguiendo el modelo del “Decamerón” de Bocaccio pero con la inversión de la situación en el papel de hombres y mujeres ya que en la obra de Margarita son las mujeres quienes ridiculizan a los hombres.


trabajó como pintor de corte. Al comienzo de su estancia en la Ciudad del Sena compartió taller con Jean Perréal. En 1516 es elegido pintor de corte de Francisco I y trece años después toma posesión de su cargo como pintor del rey, estableciéndose de por vida en París. En sus creaciones iniciales destaca la influencia de los primitivos franceses. Prueba de ello son los medallones circulares de la Siete Valientes de Marignan del manuscrito de la Guerra gálica de la Biblioteca Nacional de París. 


Cultivó con gran maestría la técnica del retrato. Para su ejecución recurría al dibujo con pastel y siempre empleaba pequeños formatos. Los crayons, que así es como se denominaron, tuvieron gran éxito entre las más altas capas de la sociedad francesa. Hasta nuestros días han llegado más de cien muestras que se le atribuye con toda seguridad. La galería de personajes que desfiló por su taller es sólo una muestra del éxito que logró este artista, cuyos lápices se centraron en sus rostros sin preocuparse del vestido.


La técnica en ambos pintores, padre e hijo, es depurada y fina y casi pasa desapercibida. En los dibujos utilizan una mezcla de sanguina (los sepias) y carboncillo, pero también usan a veces acuarelas en colores precisos y puros como el rojo o el negro para añadir dramatismo y fuerza pictórica a los dibujos, siempre con elegancia. La riqueza de los ropajes queda en segundo plano en estas obras gráficas, aunque no hay ninguna negligencia en su tratamiento. Es siempre la persona ( y su personalidad) la que sale reforzada.




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