jueves, 24 de noviembre de 2016

Cosiendo la vela, obra de Joaquìn Sorolla y Bastida

Cosiendo la vela, obra de Joaquín Sorolla y Bastida, realizada en el año 1896 y con unas dimensiones de 220 x 302 cm. Se encuentra en el Museo de'Art Moderna a Ca'Pesaro. Venecia _ Italia 


En 1894 viajó de nuevo a París, donde desarrolló el luminismo, que sería característico de su obra a partir de ahora. Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea.


Pero quizá visitar por primera vez a Jávea en 1896 y su sorpresa por lo bello del lugar y por lo diferente que es su costa respecto a la de Valencia queda patente en el telegrama que envía a su mujer al llegar, y en la carta que a continuación le escribe: «Jávea sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar... estaré algunos días. Si estuvieras tu, dos meses». 


Y tiene todo lo que yo deseo y más, y si tu vieras lo que tengo delante de mi casita, no encontrarías palabras para enaltecerlo; yo enmudezco de la emoción que aún me domina; imagínate que mi casa está situada en el mismo Monte Carlo; esto es todo una locura de sueño, el mismo efecto que si viviera dentro del mar, a bordo de un gran buque ¡¡Qué mal hiciste en no venir!!, serías tan feliz… ¡gozarías tanto! este es el sitio que soñé siempre, Mar y Montaña, pero ¡qué mar!». Regresa para pintar en 1898, 1900 y 1905.



En 1905 Sorolla prepara su primera gran exposición individual, que se celebra el año siguiente en París, y a la que desea llevar obra nueva. Él, que conoce bien por sus estancias anteriores la novedad que el colorido y la transparencia de las aguas de Jávea pueden ofrecer a sus obras, decide pasar allí, con su familia, un largo verano pintando.




Fascinado por los reflejos de la luz y sin frenarse ante «el aún más difícil», salen de sus pinceles ese verano numerosas obras en las que la técnica y destreza pictóricas alcanzan cotas difíciles de superar. Del momento y las obras escribe Bernardino de Pantorba: «En los espléndidos estudios del mar de Jávea.

Las tres velas, obra de 
Joaquín Sorolla ,1903. Colección privada


Sorolla, sin aumentar los colores de su paleta, que, como en todos los verdaderos coloristas, son pocos, extiende y multiplica el número de los matices, así como el número de los contrastes audaces, y logra preciosos acordes con azules y amarillos, violetas y cadmios, verdes y rojos, sin olvidar las riquísimas modulaciones del blanco, color en cuyo empleo sabe dar él notas personales.

El pescador, 1904. Colección privada

No se detiene ante ninguno de los problemas que la deslumbradora claridad levantina le ofrece. Reflejos dorados de las rocas en las aguas transparentes, espumas de mar en la sombra, cabrilleos del sol sobre las ondas movidas […]; lo momentáneo de una irisación; lo que eternamente cambia; lo que brilla, fugaz y huye».

Beach at Valencia, 1908

Ese verano de 1905 pinta dieciséis obras importantes con el tema de «mar y rocas». Son similares a la obra aquí presentada: Rocas del cabo. Jávea (Nueva York, The Hispanic Society of America), Las rocas del cabo. Jávea (Bayona, Musée Bonnat), Reflejos del cabo. Jávea (colección particular), y El bote blanco. Jávea (colección particular).


En el Beach a Valencia 1, 1863
Sorolla, como decía Baudelaire, era un «adorador del sol». Y no es imposible, si se observan con detenimiento estas pinturas de luz, que pueden descubrirse inéditos y elocuentes encuadres fotográficos. El luminismo tópico de Sorolla tendría así un secreto bien guardado y casi desconocido de su modernidad: su mirada fotográfica de la luz.

Clotilde y Joaquín en 1923













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