lunes, 28 de noviembre de 2016

El Capricho de Antoni Gaudi



El Capricho, es un edificio modernista situado en la comunidad de Cantabria_ España. El proyecto lo realizó en el año 1883 el famoso arquitecto catalán Antonio Gaudí y se construyó entre los años 1883 y 1885 bajo la dirección de su ayudante Cristòfor Cascante i Colom. Fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1969. Entre los años 1985 y 1992 se convirtió en restaurante, lo compró un grupo japonés y en 2009 el restaurante cerró sus puertas.



Esta obra pertenece a la etapa orientalista de Gaudí (1883-1888), periodo en que el arquitecto realizó una serie de obras de marcado gusto oriental, inspiradas en el arte del Próximo y Lejano Oriente (India, Persia, Japón), así como en el arte islámico hispánico, principalmente el mudéjar y nazarí. Gaudí empleó con gran profusión la decoración en azulejo cerámico así como los arcos mitrales, cartelas de ladrillo visto y remates en forma de templete o cúpula.


Cristobal Cascante, amigo y compañero de Gaudí, fue el encargado de dirigir la obra del Capricho, Gaudí no pudo encargarse porque en este periodo de tiempo estaba en Barcelona levantando la Casa Vicens. Ambos edificios fueron muy importantes en la carrera de Gaudí pues fueron los primeros que construyó el arquitecto catalán.



Cascante disponía de una maqueta y de planos muy detallados de Gaudí, estaban en constante contacto. Es difícil creer que Gaudí nunca estuviera en Comillas viendo la minuciosidad de los detalles y la perfección de los acabados.

El edificio consta de sótano, planta y desván, la planta es alargada con 15 metros de ancho x 36 metros de largo. Es de estilo orientalista reflejado en una torre cilíndrica en forma de alminar persa revestida de cerámica. Hay un delicioso templete sostenido por cuatro columnas de fundición que sostienen una cúpula geometrizada (cubismo con un cuarto de siglo de antelación).En el interior, destacan los ventanales del salón principal con ventanas de guillotina y un fumadero cubierto por falsas bóvedas construidas en estuco de estilo árabe.



El acceso del edificio esta compuesto por cuatro columnas y arcos adintelados, con capiteles con una decoración similar a las casa Vicens, pájaros y hojas de palmito. Uno de los detalles que más te van a sorprender cuando visites esta casa, es que fue diseñada para que cada estancia de la vivienda fuera “iluminada” por el astro rey, a la hora exacta en que fuera necesario. La “tecnología” usada no es otra que la del aprovechamiento de la trayectoria solar desde el amanecer hasta el ocaso.



Esa es la razón por la que el girasol forma parte de la colorida decoración de El Capricho, en clara alusión a esta particularidad solar. Además, Máximo Díaz de Quijano era amante de las plantas y de la música, elementos muy presentes en las diferentes estancias de esta casa.


El recubrimiento del exterior del edificio es de ladrillo visto, intercalando piezas de tonalidad amarilla y rojiza con cenefas de cerámica vidriada en relieve que imitan hojas de un verde intenso y delicadas flores de girasol. Estas piezas hechas a mano recorren simétricamente en líneas horizontales todo el perímetro de la casa y enmarcan el contorno de las ventanas, las chimeneas y la cornisa del tejado.


La fachada norte está presidida por dos balcones con dosel convertidos en bancos de hierro forjado. Permitían estar sentado cómodamente en el jardín sin salir de casa. Están orientados hacia el interior del salón principal, donde se encuentra la sala de música, como si fueran los asientos de un palco real reservado para el disfrute de las artes.  Entre los dos balcones Gaudí diseñó un gran ventanal con un complicado sistema de contrapesos que permitía que al levantar las ventanas de guillotina, se emitiera un musical tintineo, gracias a unos tubos metálicos que cimbrean en su interior. En la pared que separa la sala del invernadero se abrió un juego de cuatro ventanas que permite el paso de luz en todas las direcciones.


Situado a poniente, el “salón de fumar” o el Salón de Juego permitía que la luz del atardecer inundara la estancia cuando se ocupaba por la tarde. Una pequeña chimenea de carbón preside una de las esquinas del comedor adosado al salón de fumar gracias a una gran abertura. La estancia recibe el sol del mediodía gracias a las ventanas situadas en el lado sur. El techo luce un bonito y elaborado artesonado con flores de yeso que imitan a la madera, mientras una cenefa de cerámica con motivos vegetales y animales recorre el zócalo de madera de la pared.




El que fuera uno de los primeros arquitectos-marca de la Historia no fue un gran viajero. De hecho, las pocas veces que salió de su Cataluña fue para proyectar 3 edificios en Astorga, León y Comillas. Pues en estos dos últimos lugares decidieron petrificar la visita del genio modernista inmortalizándole frente a su obra.


En ambas está sentado, meditabundo, aunque frente a la casa Botines pasa más inadvertido, sentado como un turista más. Por su parte, en el Capricho aún se puede detectar la cara de orgullo y satisfacción que el arquitecto puso (más bien debió poner) al ver finalizada su obra.


Gaudí suele ser considerado el gran maestro del modernismo catalán, pero su obra va más allá de cualquier estilo o intento de clasificación. Es una obra personal e imaginativa que encuentra su principal inspiración en la naturaleza. Gaudí estudió con profundidad las formas orgánicas y anárquicamente geométricas de la naturaleza, buscando un lenguaje para poder plasmar esas formas en la arquitectura. 

Estudio de Gaudi en la Sagrada Familia 

Decía el gran maestro: los paraboloides, hiperboloides y helicoides, variando constantemente la incidencia de la luz, tienen una riqueza propia de matices, que hacen innecesaria la ornamentación y hasta el modelaje". ¿Quë quería decir con estas palabras? que reflejan exactamente las formas que Gaudí encuentra en la naturaleza. Las superficies regladas son formas generadas por una recta, denominada generatriz, al desplazarse sobre una línea o varias, denominadas directrices. Gaudí las halló en abundancia en la naturaleza, como por ejemplo en juncos, cañas o huesos; decía que no existe mejor estructura que un tronco de árbol o un esqueleto humano. Estas formas son a la vez funcionales y estéticas, y Gaudí las emplea con gran sabiduría, sabiendo adaptar el lenguaje de la naturaleza a las formas estructurales de la arquitectura. 












jueves, 24 de noviembre de 2016

Cosiendo la vela, obra de Joaquìn Sorolla y Bastida

Cosiendo la vela, obra de Joaquín Sorolla y Bastida, realizada en el año 1896 y con unas dimensiones de 220 x 302 cm. Se encuentra en el Museo de'Art Moderna a Ca'Pesaro. Venecia _ Italia 


En 1894 viajó de nuevo a París, donde desarrolló el luminismo, que sería característico de su obra a partir de ahora. Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea.


Pero quizá visitar por primera vez a Jávea en 1896 y su sorpresa por lo bello del lugar y por lo diferente que es su costa respecto a la de Valencia queda patente en el telegrama que envía a su mujer al llegar, y en la carta que a continuación le escribe: «Jávea sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar... estaré algunos días. Si estuvieras tu, dos meses». 


Y tiene todo lo que yo deseo y más, y si tu vieras lo que tengo delante de mi casita, no encontrarías palabras para enaltecerlo; yo enmudezco de la emoción que aún me domina; imagínate que mi casa está situada en el mismo Monte Carlo; esto es todo una locura de sueño, el mismo efecto que si viviera dentro del mar, a bordo de un gran buque ¡¡Qué mal hiciste en no venir!!, serías tan feliz… ¡gozarías tanto! este es el sitio que soñé siempre, Mar y Montaña, pero ¡qué mar!». Regresa para pintar en 1898, 1900 y 1905.



En 1905 Sorolla prepara su primera gran exposición individual, que se celebra el año siguiente en París, y a la que desea llevar obra nueva. Él, que conoce bien por sus estancias anteriores la novedad que el colorido y la transparencia de las aguas de Jávea pueden ofrecer a sus obras, decide pasar allí, con su familia, un largo verano pintando.




Fascinado por los reflejos de la luz y sin frenarse ante «el aún más difícil», salen de sus pinceles ese verano numerosas obras en las que la técnica y destreza pictóricas alcanzan cotas difíciles de superar. Del momento y las obras escribe Bernardino de Pantorba: «En los espléndidos estudios del mar de Jávea.

Las tres velas, obra de 
Joaquín Sorolla ,1903. Colección privada


Sorolla, sin aumentar los colores de su paleta, que, como en todos los verdaderos coloristas, son pocos, extiende y multiplica el número de los matices, así como el número de los contrastes audaces, y logra preciosos acordes con azules y amarillos, violetas y cadmios, verdes y rojos, sin olvidar las riquísimas modulaciones del blanco, color en cuyo empleo sabe dar él notas personales.

El pescador, 1904. Colección privada

No se detiene ante ninguno de los problemas que la deslumbradora claridad levantina le ofrece. Reflejos dorados de las rocas en las aguas transparentes, espumas de mar en la sombra, cabrilleos del sol sobre las ondas movidas […]; lo momentáneo de una irisación; lo que eternamente cambia; lo que brilla, fugaz y huye».

Beach at Valencia, 1908

Ese verano de 1905 pinta dieciséis obras importantes con el tema de «mar y rocas». Son similares a la obra aquí presentada: Rocas del cabo. Jávea (Nueva York, The Hispanic Society of America), Las rocas del cabo. Jávea (Bayona, Musée Bonnat), Reflejos del cabo. Jávea (colección particular), y El bote blanco. Jávea (colección particular).


En el Beach a Valencia 1, 1863
Sorolla, como decía Baudelaire, era un «adorador del sol». Y no es imposible, si se observan con detenimiento estas pinturas de luz, que pueden descubrirse inéditos y elocuentes encuadres fotográficos. El luminismo tópico de Sorolla tendría así un secreto bien guardado y casi desconocido de su modernidad: su mirada fotográfica de la luz.

Clotilde y Joaquín en 1923













lunes, 21 de noviembre de 2016

La fotógrafa Karen Knorr

Karen Knorr nació en Frankfurt del Meno en el año 1960_ Alemania, pero se crió en San Juan de Puerto Rico, se educó en París y Londres y desde 1970 vivie y trabaja  en Inglaterra.

Estudió en la Universidad de Westminster  en la década de 1970. Actualmente es profesora de fotografía en la Universidad de las Artes Creativas en Farnham, Surrey.


Desde la década de 1980 en adelante su trabajo se ha comprometido cada vez más con el examen de las cuestiones de poder que subyacen en el patrimonio cultural. Este es el tema principal de su trabajo pero que se encuentra sutilmente bajo la riqueza visual y la inventiva de sus imágenes.



Sus fotografías satisfacen muchos de los requisitos de la fotografía tradicional al abordar el aspecto superficial de una especie o lugar, pero luego se trasladan a un espacio paradójico donde comienzan a cuestionar los supuestos claros de contenido de la imagen.


Karen Knorr celebra la rica cultura visual, los mitos fundacionales y las historias del norte de India, centrándose en Rajasthan y el uso de sitios sagrados y seculares para considerar la casta, la feminidad y su relación con el mundo animal. Al igual que los primeros fotógrafos pioneros encontraron en la India una gran cantidad de materia exótica, Knorr celebra la riqueza visual que se encuentra en los mitos e historias del norte de la India, para resaltar la casta, la feminidad y su relación con el mundo animal.


En India Song, su obra más reciente, los interiores son meticulosamente fotografiados con una cámara analógica de gran formato, y los animales vivos lo son en digital de alta resolución y se mezclan posteriormente en su ordenador, obteniendo imágenes originales y sorprendentes que reinventan el Panchatantra en el siglo XXI y que desdibujan los límites entre la realidad y la ilusión.


Animales fotografiados en los santuarios, parques zoológicos y ciudades que habitan palacios, mausoleos, templos, museos y lugares sagrados son el lugar elegido por esta fotógrafa y que derrocha arte e imaginación en cada de una de sus obras.


Un trabajo poético y misterioso que no nos permite sustraernos a la belleza de cada imagen, a la elegancia del lugar que compite con la del animal, ave o mamífero que ni siquiera nos mira, alejado de nosotros y del lugar en que se halla, prescindiendo del humano como lo hace en su entorno natural; lógico por otra parte si atendemos a la fórmula de creación de la autora.


De la misma forma que Karen Knorr mezcla pasado y presente en sus imágenes lo hace en su manera de trabajar; interiores fotografiados, donde inserta, ilumina, satura, hasta alcanzar el resultado deseado. Crítica y lúdica establece un diálogo entre las diferentes culturas, una investigación de la posición de la mujer en ellas, mezclando así arte conceptual, cultura visual y feminismo en cada una de sus creaciones.










jueves, 17 de noviembre de 2016

La noche estrellada, obra de Vincent van Gogh


La noche estrellada, obra maestra del pintor Vincent van Gogh, del año 1889, con unas dimensiones de 73,3 x 92,2 cm. Desde 1941 forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) _ Estados Unidos

En 25 de octubre de 1888 escribía a su hermano Theo,



Autorretrato de Vincent Van Gogh
en Metropolitan Museum of Art  

“Y no puedo hacer nada, ante el hecho de que mis cuadros no se vendan. Llegará un día, sin embargo, en que se verá que esto vale más que el precio que nos cuestan la pintura y mi subsistencia, de hecho, muy pobre.” 


La noche estrellada es uno de los muchos cuadros que Van Gogh vislumbró desde la ventana de la clínica de Saint-Rémy, donde se encontraba internado en 1889, victima de una profunda crisis depresiva.

“Y provisionalmente deseo quedar internado; tanto para mi propia tranquilidad, como para la de los demás”. (21 de abril de 1889).


Una real, que se corresponde con el paisaje ondulado de los montes Les Alpilles, y de la situación de los astros en el cielo, donde quedan perfectamente reflejados la constelación de Aries, la Luna y Venus.

Y otra imaginaría que se corresponde con el pueblo sobre el lugar donde realmente solo existen algunas casas de campo aisladas. La aldea, por tanto, se inventa parcialmente, y la torre de la iglesia evoca la patria de Van Gogh, los Países Bajos. Los olivos, son igualmente fruto de su imaginación y la memoria.


Previamente a la pintura realizó un dibujo en tinta, que actualmente se encuentra en el Museo de arquitectura de Moscú. Incorpora dos elementos reales, pero desplazados de lugar, que juegan un papel importante en la interpretación del cuadro:

 los cipreses, árboles que rodeaban el monasterio y, que él podía ver lateralmente desde su habitación en una planta alta,y en primer plano, con una perspectiva similar a la que aparece en el cuadro.

-y la iglesia que, según Boime, se trata de Saint Martín, situada al Norte del hospital, y no al Este como lo pinta Van Gogh.


“Los cipreses me preocupan siempre…..en cuanto a líneas y proporciones, es bello como un obelisco egipcio…es la mancha negra en un paisaje…..pero es una de las notas negras más interesantes, de las más difíciles de captar ….” (25 de junio de 1889).


Estos cipreses rompen la división entre lo celeste y lo terrenal. El gran ciprés del primer plano se convierte por tanto en el elemento unificador entre el cielo y la tierra.


La obra fue pintada durante el día, de memoria. Van Gogh pinta al fondo en color azul y esto da una sensación de quietud y silencio en la tierra. el análisis del mensaje que se desprende de sus pinturas es positivo y alegre.

Los Ciprese,1889, obra de Vincent Van Gogk
 en Metropolitan Museum Of Art 

Durante su breve dedicación artística, Van Gogh consiguió el dominio técnico y una productividad que pocos artistas han conseguido. En sus obras consiguió fusionar las cualidades de sus predecesores neerlandeses, como la devoción a la naturaleza, con el uso del color y la técnica de la pintura francesa.





lunes, 14 de noviembre de 2016

El Museo de Inmigración en la Isla Ellis

Isla Ellis es un pequeño islote situado en el puerto de Nueva York, en la zona superior de la bahía próxima a Nueva Jersey_ Estados Unidos 
Ellis ha tenido tantas denominaciones como funciones diversas a lo largo de su historia. Durante la Primera Guerra Mundial el flujo de entrada de población disminuyó notablemente. Es en este momento, además, que el recinto es utilizado a la vez como lugar de reclusión de aquellos extranjeros considerados como enemigos o sospechosos.


Un edificio de estilo beaux arts, que  era la puerta de entrada hacia la llamada “Tierra de las Oportunidades”. Actualmente es el Museo de la Inmigración, entre los años 1892 y 1954 funcionaría como centro de procesamiento y admisión (o no) de inmigrantes más importante de su época. Doce millones de hombres, mujeres y niños cruzaron sus puertas, huyendo de la pobreza y la persecución en sus países de origen y en búsqueda de una vida más próspera.


Las exposiciones de este particular museo incluyen equipaje, fotos y artefactos que con la ayuda de la audioguía y el material audiovisual ayudan al visitante a sumergirse en la experiencia. Sus exhibiciones realizan un recorrido por la inmigración (europea en su mayoría) a los Estados Unidos.


Resaltando las causas históricas de estas oleadas migratorias y hablando de otros aspectos como el proceso que debían seguir los inmigrantes que arribaban aquí, el recibimiento una vez cruzadas las puertas y lo que les esperaba en su nueva vida al otro lado del océano.


Las estancias restauradas de el museo muestran cómo era la ajetreada vida de este punto fronterizo en pleno apogeo del éxodo europeo, salas de espera, de documentación, de revisiones médicas, habitaciones de confinamiento, ala hospitalaria e incluso las dos puertas, a ambos lados de la sala que significaban la admisión en América o la deportación.


Mirando las fotografías que se encuentran en la segunda planta, no dejo de pensar que se ha cambiado poco o nada en las formas y en las actitudes. Son las mismas miradas, los mismos niños y mujeres que podemos ver actualmente en cualquier lado del mundo que desgraciadamente tienen un conflicto en su país de origen.


Aproximadamente doce millones de personas llegaron a EEUU, como acabo de mencionar, por este que fue el mayor centro de inmigración del país. A un severo examen médico y un riguroso interrogatorio eran sometidos los inmigrantes que en su mayoría procedían de las clases más bajas europeas. Después de pasar por hospital militar y centro de detención de enemigos extranjeros, la estación de inmigración cerró las puertas en 1954.


Actualmente el centro de inmigración de Ellis Island, cuenta con más de treinta galerías independientes y dos teatros. Más de dos mil objetos que incluyen pasaportes, joyería, herramientas, artículos religiosos y vestimentas, se exhiben en el museo. 


Para alejar los inconvenientes de la inmigración en la ciudad de Nueva York, se pensó en construir una serie de nuevos edificios en alguna de las islas situadas frente a Nueva York y a Jersey City. Esta isla era conocida por los indios como Kioshk, “Isla de Gaviotas”, luego fue llamada Isla de las Ostras Pequeñas por los holandeses. Los corsarios que ejecutaron supuestos delincuentes en la isla hacia 1760, la llamaron Gibbet Island, Isla de la Horca o del Patíbulo.


En cualquier caso da igual como se llamase, las fotografías hablaban por si solas. El hombre actualmente trata mucho peor a sus semejantes mientras más avanzamos en este siglo XXl. Os dejo mas fotografías, ya que me sobran las palabras para explicar como me sentía allí al ver unos rostros que con sus miradas. A través del tiempo te decían de todo.


Algunas fotografías eran de grandes tamaños, y así entrabas en este ambiente que vivían. Hoy cien millones de norteamericanos descienden de los que ingresaron al país por la Isla Ellis. 



Para la mayoría de ellos fue suelo de esperanza y realizaciones, entre ellos ingresaron Misha Auer, Frank Capra, Charlie Chan, Claudette Colbert, Ronald Colman, Xavier Cugat, Jimmy Durante, Bob Hope, Bela Lugosi, Edgard G. Robinson, Igor Sikorsky, Eric Von Stronheim y Johnny Weissmuller. Para el medio millón que llegó y fue deportado a las puertas de su anhelo fue tierra de lágrimas y tristeza. 










jueves, 10 de noviembre de 2016

"Jarrón de girasoles", obra de Claude Oscar Monet



"Jarrón de girasoles", obra de Claude Oscar Monet del año 1880 con unas dimensiones de 101 x 81cm. Se encuentra en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York _ Estados Unidos.


Mirando los cuadros de las salas espectaculares del arte europeo del Metropolitan me encontré con este cuadro, desde lejos me decía: "es imposible que este cuadro se encuentre en el museo, tendría que estar en museo de Arte de Filadelfia", pero al acercarme al cuadro me di cuenta de que pertenecía nada más y nada menos que al gran Monet.


Lo primero que podemos pensar al ver el cuadro es que la obra pertenece a Vincent Van Gogh pero nada más lejos de la realidad, al indagar llego a la conclusión de que para empezar Monet pintó este cuadro 8 años antes de que lo hiciera el pintor holandés. De hecho, es probable que se inspirara en este cuadro a la hora de realizar sus famosos girasoles.


La primavera de 1880 será muy fructífera para Monet. Su situación económica parecía salir a flote con la venta de algunos cuadros y decidió exponer en el Salón de ese año, enviando dos trabajos aunque uno fue rechazado. No sólo realizó paisajes tomados a "plein-air" -véase Mujer sentada bajo los sauces o Lavacourt- sino que también se interesó por composiciones protagonizadas por flores, especialmente girasoles que causaron años después una grata impresión a Van Gogh. 

Jarrón con doce girasoles del año 1889, obra de Van Gogh
en Museo de Arte de Filadelfia _ Estados unidos  

Como es habitual en su estilo, las flores no están reproducidas con exactitud, recortándose sobre el fondo azul-violáceo. Emplea colores complementarios -amarillo y violeta; azul y naranja; verde y rojo- siguiendo las teorías de Delacroix que los impresionistas hicieron suyas y trabaja con una pincelada rápida y empastada, utilizando los trazos de manera expresiva para obtener un resultado difícilmente superable.

Dos girasoles, obra de Van Gogh
 en Metropoltan Museum of Art de Nueva York

Pero para Van Gogh el amarillo tenía un especial simbolismo, era el color que representaba su mundo interior, hecho que se demuestra porque mandó pintar de ese color su casa en Arlés, donde por primera vez tenía algo propio, un espacio personal, que pensaba convertir en una comunidad de artistas dedicados únicamente a la creación artística. El amarillo es para el artista la vida, el calor, la luz, al ser el color del sol; como él mismo expresó en una carta a su hermano. De allí la importancia de los girasoles de Vincent, aunque se inspirara en la obra de Monet, sus serie de girasoles, es y será unico y de su firma para siempre.