jueves, 29 de septiembre de 2016

Gustave Caillebotte, pintor y jardinero



Las rosas, Jardín Petit Gennevilliers, obra de Gustave Caillebotte (1848-1894), del año 1886, con unas dimensiones de 90 x 116 cm. Colección particular.

Caillebotte debe su celebridad sobre todo a su visión de los nuevos barrios de París. Su vida y su obra se reparten entre la ciudad y el campo. Es en la finca familiar de Yerres donde descubre la naturaleza y realiza sus primeros estudios al aire libre. 



Más tarde adquiere una propiedad en Petit Gennevilliers, a orillas del Sena y enfrente de Argenteuil, lugar en el que años antes ha trabajado Monet. A partir de 1890 Caillebotte se inspira casi exclusivamente en su propiedad de Petit Gennevilliers, y acomete para el comedor de la casa una amplia decoración a base de motivos florales.


A su muerte, en 1894, el proyecto quedará inacabado. La finca desgraciadamente desaparecerá definitivamente durante los bombardeos de 1944. Mientras tanto, esa idea de unas pinturas de gran formato que sustituyen a los muros y que sumergen al espectador en un desbordante mundo vegetal.

Los gladiolos

Cuando en 1887 se casa su hermano Martial, Gustave le compra su parte de la finca que habían adquirido juntos. y le dice a Monet en una carta "Ya no tengo más domicilio que el de Petit Gennevilliers". A partir de entonces va comprando las parcelas contiguas hasta multiplicar por cuatro la extensión. Allí construye un gran estudio y un invernadero. 

Orquídeas blancas

Instala una bomba de agua y un sistema de riego automático, y reordena por entero el jardín, al que se dedica con mucha energía. Desde entonces sus cuadros se inspiran casi exclusivamente en el jardín y en las flores que cultiva en el invernadero. Las pinturas de Gustave Caillebotte se consideran de un estilo único, muy próximo al impresionista. La temperatura de los colores casi siempre está en el límite entre cálido y frío, normalmente da la sensación de ambiente helado, atravesado por rayos solares.

Los girasoles del jardín Petit Gennevilliers

Sus composiciones muchas veces ofrecen un punto de vista diferente, ya sea por la temática o la perspectiva misma de las figuras. Un ejemplo claro es la primera obra que se presenta en la lista, donde el punto de observación es irreal e intimo a la vez, producto de la imaginación del artista.

Las margaritas 

Sus pinturas de campo en Yerres se enfocaban en los divertidos paseos en barca, en la quietud de los riachuelos, en la pesca, la natación, y en escenas domésticas en torno a la residencia familiar. Frecuentemente, utilizaba una suave técnica impresionista semejante a la de Renoir para expresar la naturaleza tranquila del campo, en contraste con las pinceladas más sobrias y lisas de sus pinturas urbanas. En su cuadro titulado Remero con sombrero (1877), maneja efectivamente la perspectiva y de una forma más realista que la pintura de Manet, Paseo en bote (1874).

Lirios de agua en el estanque

No obstante, Gustave Caillebotte era un hombre muy activo. Estudió derecho y tomó lecciones de pintura. Lo más extraordinario es que enfocaba sus hobbies, de los cuales participaba su hermano Martial, pianista y compositor, con una dedicación y una energía considerables como acabo de mencionar.

Álamos en la presa Argenteuil en Petit Gennevilliers
Como regatista logró un montón de premios, fue haciéndose con barcos cada vez mejores y acabó diseñándolos el mismo. Para ello construyó un pequeño astillero en su nueva posesión en Petite Grenevilliers, junto al Sena. Sus diseños e ideas eran muy avanzados y presididos por una imaginación de lo más sensata. Además de ello, ayudó en la organización y fue vicepresidente del Club de Vela del Sena.

La pared de la huerta, Yerres

Caillebotte hizo todo lo descrito anteriormente y pintó 450 cuadros antes de morir a los 45 años por una congestión cerebral. En sus últimos años Gustave prácticamente se recluyó en sus progresivamente ampliadas posesiones de Petit Gennevilliers y ya todo es centrarse en sus flores, sobre todo orquídeas y crisantemos. Técnicamente impresionistas parecen buscar la esencia de algo que se ha visto crecer y florecer.
En el Museo de Thyseen podréis contemplar una muestra de 64 obras de Caillebotte, pintor, mecenas y coleccionista, que a la sombra de Renoir o Monet se hizo un hueco por su originalidad y libertad hasta el 30 de octubre de 2016.




lunes, 26 de septiembre de 2016

El Palacio de Velázquez, obra de Ricardo Velázquez Bosco

El Palacio de Velázquez se encuentra situado en el Parque del Retiro de Madrid _España. Fue construido entre los años 1881 y 1883 con motivo de la celebración de la Exposición Nacional de Minería llevada a cabo en la ciudad entre los meses de mayo y noviembre de 1883. El arquitecto es Ricardo Velázquez Bosco, de quien toma el nombre el palacio.


Se trata de un edificio cubierto con bóvedas de hierro acompañadas de cristal que permiten iluminar las salas naturalmente, y está inspirado en el Crystal Palace de Londres. Con unas dimensiones de 73,80 por 28,75 metros fue construido en ladrillos de dos tonos, así como con azulejos de la Real Fábrica de La Moncloa.


Sus obras se caracterizan por un tratamiento rotundo de volúmenes, el empleo de mansarda y el uso de decoración cerámica en las fachadas de sus edificios. Arquitectos como Antonio Palacios, que siguió su tendencia monumentalista, se vieron influidos por su estilo. Desarrolló la mayor parte de su obra en Madrid, en cuya Escuela de Arquitectura dio clases.


Todos los materiales utilizados en su construcción son de procedencia española: los ladrillos rojos vinieron de Zaragoza, los adornos en barro cocido son de Madrid, de Santigosa y Cia, los azulejos se hicieron en la Real Fábrica de la Moncloa, el mármol vino de algunas de las empresas que participaron en la Exposición.


En la fachada de la entrada principal, existen varios medallones entre los cuales representan a Diego Velazquez, obra del ceramista Daniel Zuloaga, Juanelo Turriano y Juan de Herrera. El edificio fue concebido para que una vez finalizada la exposición de 1883, pudiese albergar otra actividad en vez de derribarlo.


En 1887 fue aprovechado para la Exposición de Filipinas que se celebró en el Retiro, y una vez finalizada la exposición, ese mismo año, el gobierno lo destinó al Museo de Ultramar. Actualmente pertenece al Ministerio de Cultura, y se encuentra dedicado a sala de exposiciones temporales del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

En 2005 se cerró para acometer obras de restauración y conservación. En 2010 reabrió sus puertas con una exposición dedicada a Antoni Miralda


Igual que en otras ocasiones, como poco después para la construcción del maravilloso Palacio de Cristal, Vélazquez Bosco trabajó con el ingeniero Alberto de Palacio, quien calculó toda la estructura, y con el constructor del hierro Bernardo Asins, que la montó. La preciosa azulejería de cerámica es obra de Daniel Zuloaga.


Entre todos estos grandes artistas y profesionales crearon uno de los edificios más singulares de Madrid. A los lados del pórtico de entrada existen dos discretos bajorrelieves, a la izquierda uno dedicado a las Bellas Artes y a la derecha otro dedicado a la Minería. Este último inspiraría la magnífica obra “La Minería” realizada diez años después por Ángel García Díaz para el Ministerio de Fomento en Atocha, obra del mismo arquitecto Velázquez Bosco, que se caracterizó por reutilizar en sus construcciones modelos escultóricos de edificios anteriores, este es un ejemplo.


En el centro una escalera de delicado mármol blanco de quince metros de longitud nos conduce hasta la entrada, a continuación un pórtico con tres arcos de medio punto sobre columnas jónicas.


Como el cercano Palacio de Cristal construido para la Exposición de Filipinas, el Palacio de Velázquez -así llamado en honor al arquitecto- acoge las exposiciones temporales del Museo Reina Sofía.


Palacio de Velazquez

Palacio de Cristal














jueves, 22 de septiembre de 2016

"Después del almuerzo", obra de Pierre Auguste Renoir

"Después del almuerzo", obra de Pierre Auguste Renoir, del año 1879 y con unas dimensiones de 100.5 x 81.3 cm, en El Städel Museum en Fráncfort _ Alemania

Una de las temáticas que más interesó a Renoir serán las escenas de la vida cotidiana de la burguesía ya que suponían una nota de modernidad para la pintura y, de esta manera, rompían con la tradición académica. Bien es cierto que toman el relevo del realismo, eliminando los impresionistas cualquier dosis de crítica social a sus escenas.


Será Renoir el pintor de estos asuntos, especialmente en la primera etapa de su producción, La mujer que viste de blanco es la actriz Ellen Andrée mientras que las otras dos figuras no han podido ser identificadas. Sí sabemos donde se pintó el cuadro; fue en Montmartre, en el jardín de uno de los numerosos locales de ocio del barrio, situado en la esquina de la rue des Saules con la rue Saint-Rustique.


En este lugar, según Rivière, había pintado Renoir algunos paisajes en las paredes. La escena continúa la filosofía impresionista y es tomada al aire libre, interesándose el pintor por captar el efecto de la luz sobre los colores en un momento determinado. De esta manera, las tonalidades son brillantes y el blanco del vestido de la mujer se envuelve en tonos malvas ya que para los impresionistas la sombra es coloreada.


Esa tamizada iluminación difumina los contornos y motiva que el maestro renuncie a los detalles, interesándose más por la atmósfera general. La adecuación de las figuras al entorno vegetal es un gran acierto, conseguido ese marco vegetal a través de pinceladas rápidas y empastadas mientras que en las figuras apreciamos mayor dibujismo. Otra característica de la obra es la sensación de inmediatez que ha sabido aportar el maestro, dando la impresión de que el espectador participa en la reunión tras el almuerzo.


Los años vividos en Montmartre, alrededor de la década de 1870, probablemente hayan sido los más dichosos en la vida artística de Renoir. El jardincito descuidado en las cercanías de su taller de la calle Cortot, arrendado en 1875, le proporcionó más de un motivo al aire libre que promovieron la realización de sus mejores pinturas de esta etapa.


En Renoir no hay narración, ni grandes temas, ni mensajes que adivinar. Todo en sus obras es claro, sencillo y directo.

Los personajes están tratados con gran delicadeza y cariño. Siempre aparecen en actitudes relajadas, sonrientes y felices. Bailan, toman una copa, charlan, tocan el piano, etc.


Es por todo esto por lo que Renoir ha recibido el calificativo de "pintor de la alegría". Es muy agradable y atractivo contemplar sus escenas del París de finales del XIX, esos momentos de placer, las pequeñas cosas de la vida, los deliciosos gestos de las niñas y mujeres que pinta; todo resulta simple y cercano. Su éxito se produjo en muchos países, pero sobre todo en Estados Unidos, nación en donde sus habitantes muestran preferencia por lo simple y no alcanzan a descifrar segundas lecturas o significados con matices.



Renoir es un pintor de gran colorido, capta lo instantáneo y huye de lo serio y trascendente. Gleyre, pintor contemporáneo suyo, le reprochó que pintaba sólo por divertirse, a lo que Renoir respondió que naturalmente, y que si el pintar no le hubiera divertido, nunca lo hubiese hecho. La ventaja de envejecer –decía Renoir-, es que te das cuenta de los errores más rápidamente. El cuadro fue adquirido por museo Städel en 1910.







lunes, 19 de septiembre de 2016

La Galería de Arte Mücsarnok, en Budapest

Todo arte requiere de una contemplación para poder apreciar la obra; si esta contemplación no se hace con el debido tiempo, recorrer las salas de los museos se convierte en una actividad sin sentido.



En uno de los laterales de la Plaza de los Héroes en Budapest _ Hungría, se encuentra la Galería de Arte Mücsarnok. Es un edificio del año 1895 y se utiliza para exposiciones de obras contemporáneas, extranjeras y nacionales de carácter temporal.



La Galería de Arte es  mayor lugar de exposición de bellas artes del país, instituto que no posee colección fija. Sus salas que abarcan 2300 metros cuadrados y se presentan los autores más importantes de las artes plásticas y aplicadas nacionales e internacionales contemporáneas.


La gran estructura de estilo neoclásico es obra de los arquitectos Albert Schickedanz y Fülöp Herczog. Se completó en 1896. Fue construida originalmente para las celebraciones del milenio (La Plaza de los Héroes es una de las zonas más visitadas de Budapest y representó el centro de las actividades de la celebración del milenio de Hungría. Se puede observar el imponente Monumento del Milenio, la pieza más representativa de la plaza. Albert Schickedanz lo diseñó en 1894 para la celebración, pero no se terminó hasta 1929. Tres años más tarde se le dio a este espacio el nombre de Plaza de los Héroes).



La construcción del momento se caracteriza por la investigación rigurosa y crítica de los modelos clásicos. El material sigue siendo la piedra con los soportes, los muros, los pilares, y sobre todo las columnas corintias doradas.




En la Galería de Arte Mücsarnok utilizaron de manera magistral la bóveda de cañón, la arista y un ábside semicircular. Sin embargo, el exterior presenta una decoración con mosaicos de colores vibrantes, pero se defiende la austeridad, la plenitud de los muros y el libre juego de volúmenes.

Se busca la proporción pero dentro de una escala preferentemente monumental. El edificio fue restaurado en 1995.





jueves, 15 de septiembre de 2016

"El almuerzo en el estudio", obra de Edouard Manet,




"El almuerzo en el estudio", obra de Edouard Manet, del año 1868. Con unas dimensiones de 118 x 154 cm. Se encuentra en el museo de Neue Pinakothek en Munich _ Alemania 


El 26 de octubre de 1863 contrajo matrimonio con la pianista holandesa Suzanne Leenhoff, (la semana pasada la hemos dedicado a sobre su profesora de música y su musa), con la que mantenía relaciones desde 1850. A pesar de la boda, el que casi con seguridad era su hijo, León, nacido en 1852, siguió llevando el apellido de la madre.

El almuerzo en el estudio,1868, Neue Pinakothek, Munich

Léon Köella, el hijo de Édouard Manet, posó para muchas de las obras del artista desde muy temperana edad. Leon Manet, considerado hasta ahora hijo del genial pintor francés Edouard Manet, pudo ser en realidad supuestamente su hermano, según un estudio del crítico de arte Waldemar Januszcak que recoge hoy el diario británico The Independent.


Niño con espada,1861, Metropolitan Museum _ Nueva York
El crítico sostiene que en pleno siglo XIX alguien de la posición social de Auguste Manet nunca habría avalado, sustentado y promovido la dedicación a la pintura de su hijo, y si lo hizo, fue a cambio de que Edouard accediera a adoptar a Leon. Diez años después, el pintor se casó con Leenhoff y la sociedad asumió que Leon, quien sale retratado en numerosos cuadros, era hijo del artista. 

Interior en Arcachon. Suzanne y Léon Leenhoff,1871,
Clark Art Institute, Williamstown

Ningún pintor del grupo impresionista ha sido tan discutido como Manet. Para algunos, fue el pintor más puro que haya habido jamás, por completo indiferente ante los objetos que pintaba, salvo como excusas neutras para situar un contraste de líneas y sombras.

Chico haciendo pompas de jabón, 1867, Fundación Calouste Gulbenkian, Lisboa

Para otros, construyó simbólicos criptogramas en los que todo puede ser descifrado según una clave secreta, pero inteligible. Para algunos, Manet fue el primer pintor genuinamente moderno, que liberó al arte de sus miméticas tareas. Para otros, fue el último gran pintor de los viejos maestros, demasiado enraizado en una multitud de referencias histórico-artísticas.

Algunos creen todavía que fue un pintor de deficiente técnica, incapaz completamente de conseguir una coherencia espacial o compositiva. Y yo afirmo, que por fin, fueron precisamente estos "defectos" los que constituyeron su deliberada contribución a las drásticas y enormemente fructíferas transformaciones que introdujo en la estructura pictórica.




lunes, 12 de septiembre de 2016

Albarracín

La historia y el patrimonio de Albarracín, Teruel_ España, han sido la materia prima para convertir a este pueblo en uno de los más bonitos de España, pero la ciudad cultural en la que se ha convertido no hubiera sido posible sin el trabajo de la Fundación Santa María, que cumple ahora 20 años.


Con calles estrechas y serpenteadas y el yeso rojizo de sus casas, Albarracín ofrece estampas ideales. La Capital Medieval de su Señorìo (ellos sólo se declaraban vasallos de Santa María), dinastía de los Azagra, vivieron, lucharon y sobrevivieron como Estado Independiente durante varios siglos.


La dinastía Azagra provenía de tierras Navarras y cuando no eran hostigados por otros reinos Cristianos o Musulmanes convivian en Paz, Armonia y Prosperidad. Hasta hoy nos ha llegado Albarracín perfectamente conservada y acertadamente restaurada en lo que fué preciso.


Sus fuertes Murallas y la Bravura de sus Habitantes hizo escribir al mismo Cid Campeador en su misiva a su esposa Doña Jimena cuando se dirigía al recién conquistado Reino de Valencia para reunirse con él: "Tened cuidado mi señora Doña Jimena cuando paséis por Albarracín".


Todo esto y mucho mas se puede rememorar paseando por las estrechas y a veces empinadas calles y aprovechadas plazas de tan preciosa ciudad donde el tiempo parece haberse detenido como se detiene en cada cuadro pintado in situ por algún pintor en los sitios mas pintorescos o cada foto hecha por los turistas de tiempos ajenos pero propios en su dignidad y nobleza.


El delicioso casco antiguo de Albarracín es sólo para peatones y está muy alto. Si subes en la tarde, verás que los pasadizos bajo los arcos, las escalinatas, los portales de las mansiones señoriales, parecen habitados por misteriosas sombras. Albarracín destila un aire aristocrático, lo ves en sus puertas tachonadas, en los llamadores de hierro, en sus balcones corridos de madera tallada y en su espectacular herrería. 


En alguna callecita estrecha que baja tortuosa, hay pequeñas plazoletas que se abren sobre el abismo desde donde casas de arquitectura más popular parecen colgar. El panorama es bellísimo. Para la construcción de los edificios de Albarracín se ha usado desde siempre el yeso más que la piedra, y el color de sus muros tiene el exacto color de los barrancos sobre la que está asentada.


Muchas cosas se han dicho de Albarracín que al viajero no le dejará indiferente. Ubicada en los Montes Universales, sobre el profundo tajo que crea el río Guadalaviar, no ha perdido su estampa de evocación medieval. Está situada en un marco natural impresionante, a 1.171 metros de altura, y posee un clima de sierra.


La escasez de terreno generó las construcciones típicas de la ciudad, que hoy perduran, con calles estrechas y casas escalonadas en cuyas fachadas predomina el yeso rojizo tan característico de Albarracín, menos un palacete del siglo XVIII, "Casa de los Navarro de Arzuríga". Una "leyenda urbana" pretendidamente histórica rodea a la familia del ilustre abolengo procedente de Navarra desde los tiempos de la colonización cristiana de D. Pedro Ruiz de Azagra en el s. XII.


El color azul de la casa no es el original del s. XVIII. Aquel era un azul denominado “añil aragonés” que era usado frecuentemente en las construcciones y decoración de las casas de esa época en Aragón y zonas limítrofes.


Cuentan que el dueño de la casa era un ganadero trashumante y que en una de las bajadas a Jaén para superar el crudo invierno de esos lugares se enamoró de una joven andaluza de La Carolina, se casó con ella y se trasladaron a Albarracín. La joven añoraba mucho su tierra y a su familia e intentó volver a vivir a La Carolina.



Pero el Señor Navarro de Arzuriaga para que se quedara contenta, hizo un suntuoso palacio dándole un aire arquitectónico andaluz con un destacado color azul y en el que alojó a toda su familia. Me fascino la historia tan bonita y no dejaba de mirar el escudo de la familia, que por cierto, en toda la comarca esta llena de escudos familiares y signos por los suelos y en las puertas.


El paseo empinado por la ciudad, adaptado a la topografía en la que se asienta, es altamente recomendable: callejuelas y pasajes, escalinatas, aleros imposibles, y rejerías se suman al buen número de edificios singulares y monumentales, entre los que destacan la catedral y numerosas mansiones señoriales. El viajero cidiano reparará sin duda en mirar y poco se puede decir de este pueblo tan pintoresco para expresar toda su belleza.



Y termino con mi gran tesoro " Aaron", un viajero fantástico que siempre esta con muy buen humor pero que esta vez se ha quedado agotado, no por pasear por las calles pintorescas de Albarracín sino por el calor que hacia.




jueves, 8 de septiembre de 2016

"La ninfa sorprendida", obra de Édouard Manet


"La ninfa sorprendida", obra de Édouard Manet, del año 1861, con unas dimensiones de 146cm x 114cm. Adquirida por el Estado argentino a la Galería Witcomb, de Buenos Aires en 1914. Se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires _ Argentina


La Ninfa hace alusión a un tema mitológico. Manet tomó por modelo a Suzanne Leenhoof, su futura esposa. La belleza de la modelo, tapando su desnudez para no mostrar su intimidad al espectador. El exquisito dibujo del artista se aprecia en los contornos de la mujer, en los pliegues de las telas o en el largo cabello. La pincelada empleada en el fondo es más suelta, como si se tratara de arrepentimientos. Gracias a la luz, la ninfa sobresale del fondo, poniendo en contraste su nacarado cuerpo con el paño rojo sobre el que se sitúa.

Suzane Leenhoff

Suzane Leenhoff, fue una pianista de origen holandés y la esposa del pintor Edouard Manet, para quien posó con frecuencia como modelo. Una excelente pianista, contratada inicialmente en 1851 por Auguste Manet, padre de Edouard, como profesora de piano de Edouard y sus hermanos. Suzanne y Édouard se enamoraron y se vieron involucrados románticamente durante los siguientes diez años. En 1852, Leenhoff dio a luz, fuera del matrimonio, un hijo, León Koella Leenhoff. Suzanne y Édouard finalmente se casaron en octubre de 1863, un año después de la muerte del padre de Edouard.

 Madame Manet al piano, 1868,  Museo d'Orsay, París

La silueta tranquila y relajante de Suzanne aparece repetidamente en la obra de Manet. Hay varios retratos de ella pintados por Manet, incluyendo "La lectura", donde la Sra. Manet escucha atentamente las palabras de su hijo Leo, el lienzo impresionista La Señora de Edouard Manet o Madame Manet en el piano, en el cual Manet pone de manifiesto el gran talento que tenía su esposa para tocar este instrumento; Por último, cuando era la fiel compañera del pintor, sirvió como modelo para el cuadro con desnudo femenino "La ninfa sorprendida".

La Lectura, 1868, obra de Édouard Manet

Édouard y Suzanne ya estaban secretamente relacionados y, a mediados de 1851, ella le anunció que estaba embarazada. El joven Édouard estaba enamorado de su holandesa, pero era consciente de que no podía casarse con ella. La familia de Manet pertenecía a la alta burguesía y el padre, un reputado juez parisino, jamás habría consentido que su primogénito contrajese matrimonio con una chica de una clase social más baja y para colmo de males, embrazada. Angustiado, fue a pedirle ayuda a su madre, que ideó un plan perfecto para que nadie se enterase del desliz, ni siquiera su marido.

Suzanne Manet 

Manet estuvo llevando esta doble vida durante diez largos años, hasta la muerte de su padre en 1862. Una vez liberado de las trabas sociales y con dinero fresco en el bolsillo, pudo casarse al fin con Suzanne, el 28 de octubre de 1863. 

 Madame Manet en el invernadero de 1879

La notoriedad de Manet, al menos en las etapas tempranas de su carrera, se debió más a los temas de sus cuadros, considerados escandalosos, que a la novedad de su estilo. Hasta mediados de la década de 1870 no empezó a utilizar técnicas impresionistas. En este sentido, Bownes se muestra bastante convincente al demostrar que, de joven, sin llegar a considerarse un innovador, Manet sí trataba de hacer algo nuevo: buscaba crear un tipo libre de composición que estaría, sin embargo, tan herméticamente organizada en su superficie como los cuadros de Velázquez.

Madame Manet en el Sofa azul c. 1880

El tono general de la obra de Manet no es el de un pintor radical únicamente preocupado por el mundo visual. Es un sofisticado habitante de la ciudad, un caballero que se ajusta en todo al concepto decimonónico de dandi: un observador distante, refinado, que contempla desde una elegante distancia el espectáculo que le rodea.

Madame Manet en el jardín de Bellevue1880, Metropolitan Museum of Art

Después de la muerte de Edouard Manet en 1883, Suzanne primero vivió en la casa de su primo Julio de Jouy en Gennevilliers, a continuación, en Asnières, finalmente, con su hijo en París, en la rue Saint-Dominique 94a. Suzanne Manet murió en 1906. Ella, al igual que su marido fue enterrada en el Cementerio de Passy.