jueves, 7 de julio de 2016

"La vicaria" de Mariano Fortuny

"La vicaria", obra de Mariano Fortuny del año 1861 con unas dimensiones de 60 cm × 94 cm. Se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona _ España.

Mariano José María Bernardo Fortuny y Marsal, fue un pintor, considerado junto a Eduardo Rosales uno de los pintores españoles más importantes del siglo XIX. Huérfano a los seis años de edad, y criado por su abuelo; él fue su tutor y su mejor valedor en sus primeros años y en su edad temprana.



La iglesia madrileña de San Ginés, en la que contrajo matrimonio con Cecilia de Madrazo, le sirve de inspiración para realizar esta obra. 

Representa el momento en que los testigos de una boda firman en la sacristía. Todos los invitados a la ceremonia están pendientes del acto excepto los personajes de la derecha.
La imagen, es un retrato de la sociedad española del siglo XVIII, donde están presentes un clérigo, un torero, un militar y las elegantes damas.


Las principales características de la obra de Fortuny se resumen en este cuadro: minuciosidad, preciosismo, cuidado dibujo, amplitud espacial, gran sentido del color y estupendo estudio lumínico, delicadeza y verosimilitud en los detalles, perfecta captación de los distintos tipos de telas e interés por las expresiones de los personajes.


La escena está ambientada en el siglo XVIII, que tanto éxito cosechaban en Europa, sirviendo como modelo la esposa del artista, Cecilia (la mujer que habla con la novia, la mujer rubia y la señora de espaldas, las tres son ella),  Arlechino sirvió para el torero y Nicolina para la mujer que se abanica, siendo los demás personajes modelos profesionales que Fortuny utilizaba en variadas ocasiones así como sus cuñados Raimundo e Isabel de Madrazo. 


El pintor plantea la obra con una amplia concepción espacial, distribuyendo las pequeñas figuras en los diferentes episodios que aparentemente están aislados pero forman un excepcional conjunto, descentrando la escena principal.



la extraña figura que con el torso desnudo, la cabeza encapuchada y una bandeja en las manos otorga a la escena un aspecto fantasmal. La ejecución de la obra fue lenta, motivando un buen número de retoques y repintes que agobiaban al maestro. La tabla fue vendida por el marchante Goupil nada más exponerla a Mme. de Cassin por 70.000 francos, un elevadísimo precio para su época, contrastando su pequeño formato con las grandes "máquinas" de historia que se hacían en aquellos momentos como el Testamento de Isabel la Católica de Rosales por ejemplo.


Con este tipo de trabajos Fortuny alcanzará la fama y la fortuna social y económica, llegando a una situación límite cuando se canse de estas escenas pero el ritmo de vida que lleva le obligará a desperdiciar su verdadero talento, un cuadro muy estudiado, ya que existen varios bocetos y dibujos preparatorios relacionados con la obra.



A pesar de su muerte a los 36 años, su estilo y el virtuosismo técnico de su obra lo definen como un gran pintor que marcó indeleblemente a toda una generación de pintores europeos. Cultivó una figuración preciosista, atenta a los detalles y juegos de luces, plasmada con asombrosa precisión mediante un toque de pincel aparentemente libre y espontáneo. Pero el éxito comercial y las exigencias de su marchante Goupil refrenaron una evolución que él deseaba, y que pudo revolucionar la pintura española de haber seguido vivo. 









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